
Todos conocemos la definición de la palabra AMISTAD, algunos lo han podido experimentar, otros se han quedado en el intento, pero el verdadero sentido de ella pocos son los que han tenido el honor de conocerlo.

Yo me siento entre esas pocas personas afortunadas, que gracias a dios puede decir que conoce, experimenta y se relaciona con verdaderos amigos.
Conocidos tengo muchísimos, amigos también, pero amigos de verdad solo unos pocos, que han demostrado que mi persona es muy importante para ellos, no dejándome jamás caer en el abismo de la depresión, y siempre estando a mi lado, ayudándome en los momentos difíciles de la vida, en mis momentos críticos y en mis momentos de felicidad.
Mi madre siempre me dice que:
Un buen amigo es más que una persona. Algo que no es físico, algo que siempre llevas. Es eso que recoges por el camino y guardas en tu imaginaría cajita de cristal, cuidadosamente acomodado en su interior de terciopelo. Todo eso en lo que crees, en lo que confías, en lo que sientes Eso que más allá del mundo encuentras. Eso que te abraza cuando piensas que no puedes más. Algo que lamentas no ver. Porque el amigo no se ve, no se toca, no se huele. Simplemente lo sientes. Y, aunque se encuentre sentado a tu lado, tú nunca lo ves como la materia física que es. Su esencia oculta entre los pliegues del terciopelo de tu cajita de cristal. A veces lo miras a los ojos. A veces sientes su presencia.
Sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que sientes. Es aquello por lo que darías todo. Menos tu cajita de cristal…
Sin embargo, el amigo no es la persona que ves. Es la persona que sientes. Es aquello por lo que darías todo. Menos tu cajita de cristal…

Una definición que con los años he aprendido a entender, cuidar y respetar.
Hace unos días uno de mis amigos, salió de mi cajita de cristal para extenderme su mano, su calidez, su esencia, su respeto, su ayuda.
Soy muy afortunada por ello.
Sé, que la amistad no falla nunca, aunque a veces reneguemos de la ayuda que nos puedan brindar, más por no molestar que por no querer o desearla.
Un amigo no se compra, ni se regala, nace con el tiempo.
ali